martes, 19 de mayo de 2015

Carta del subconsciente

Cuatro y cuarto de la mañana camino del aeropuerto. Vas de tal manera que parece que fueras por un pasillo que se va abriendo a cada paso que das y que está formado por gente que jalea tu situación, que se ríe y te insulta. No hay nada personal en sus gestos o sus palabras es sólo una forma de desahogo.

Hay pocas cosas más desagradables que hacer algo que no quieres hacer. Y es aún peor cuando ni siquiera puedo darte una razón absurda que justifique por qué lo haces. Crees encontrar consuelo en que otras personas no tienen tanta suerte, que están o han estado mucho peor, aunque en realidad, te importa una mierda lo que les pase a los demás. Al fin y al cabo siempre has sido un egoísta convencido.

Te ves a ti mismo en un juicio sumarísimo en el que se te acusa de crímenes contra la propia dignidad. Intentas construir un alegato para ese juicio imaginario, en el que tú mismo eres juez, fiscal y defensa, que reduzca una pena capital a un simple dar pena. Al fin y al cabo, es tan fácil perdonarse a uno mismo.

Llegas a tener tan bajo el concepto de ti mismo que hasta yo mismo me veo obligado a cogerte de la pechera y pegando mi cara a la tuya decirte con rabia: "¡Tío, o espabilas o me voy a otro consciente que no sea tan pringao! Pero tú te encoges de hombros y pones esa cara que no acierto a decir si es de derrota o de resignación. Y es que es muy triste que hasta tu subconsciente piense que eres un pringao. Es más, tu conciencia me ha dicho que desde hace un tiempo te ha retirado la palabra.

Así que, cargado de maletas y vacío de sueños, esperas el vuelo que te lleve a ese patíbulo, cuyo verdugo, el amor propio, te colgará de la cuerda de las circunstancias. Las circunstancias ¿eh? qué hijas de puta. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Líder de garrafón

Hoy me ha dado por pensar y os voy a dar la chapa. La vida es dura, lo sé. 

Creo que cada día tengo una percepción distinta de lo que es twitter. Supongo que porque leo distintas visiones todos los días. También creo haber llegado a la conclusión de que hay un elemento común en todas las cuentas con muchos seguidores.

De una manera u otra, al alcanzar un número de lectores, la lengua se suelta, la mesura se pierde y la percepción de uno mismo cambia. De repente, un tipo anodino y vulgar, se ve jaleado por miles de personas. Cada palabra que dice tiene una repercusión difícil de asimilar. Piensa que su palabra es ley, que su opinión es la única con criterio, no necesita contrastar nada, él es la verdad. 

Y entonces llegan los problemas. Se siente fuerte, se cree imbuido de una magia especial, prueba la miel del poder y se transforma. Sus seguidores se convierten en infantería, incondicionales de que otro piense por ellos, incapaces se contrariar al nuevo mesías. Gente que hace el juego sucio al líder, con la esperanza de una mención, una señal de reconocimiento, de entrar en su grupo de elegidos. 

En ese momento el liderzuelo alcanza su clímax, machaca sin piedad al advenedizo que le contraría y sus huestes completan la humillación pública. Y francamente, no sé quién es peor, si el mesías de garrafón o los abnegados súbditos descerebrados. 

Lo triste es que estas actitudes hieren, dejan víctimas inocentes cuya única intención es corregir un error, aportar un dato, ser honestos. Y se encuentran en medio de una batalla cruenta de insultos y vejaciones sin motivo, de pensamientos únicos y razonamientos porque sí. Supongo que es el riesgo inevitable de entrar en este juego. 



Hala, ya está. Me voy que se me enfría el café.

sábado, 9 de mayo de 2015

Radiografía de una arenga...

Evidentemente yo no soy escritor, escribo a impulsos, o lo que es lo mismo, cuando siento la necesidad y las ganas. Por eso me gusta twitter, no necesito pensar. Veo algo que me sugiere una frase, da un par de vueltas en mi cabeza y sale por mis dedos hacia la pantalla. En la mayoría de los casos es un pensamiento inconexo, un destello fugaz de inspiración, una idea peregrina que busca aceptación en un mar de letras en permanente fuerte marejada. Un día llegaré a saber cuál es la maldita razón que me lleva a quererlo compartir con gente a la que no conoces de nada y a la que, por lo general, le importa un carajo.


Pero a veces, las ideas tienen una talla mayor que la implacable 140 de un tweet. Por lo que no sólo debes esperar que la gente se fije en uno, sino en varios tweets, lo que lo convierte en una misión casi imposible.

Todo esto viene con respecto a un momento de ésos que tuve hace un tiempo, si bien tuvo una aceptación notable para lo que es habitual entre mis piadas, la vida al segundo de esta red social hace que el mensaje que transmites llegue fragmentado y con el riesgo cierto de que esa fragmentación difumine o distorsione su sentido. De los cuatro o cinco tweets que componen tu pequeña arenga sólo uno de ellos se lleva el premio, lo cual me parece injusto para los otros tres o cuatro, pobres. 


Esta es la sucesión que me ha llevado a escribir este post. Algo tan nuestro como arreglar el mundo en el bar, entre cañas y tapas. Y creo que, ahora que empieza la campaña electoral, vuelve a tener sentido.



Hoy en España, la población de analistas políticos supera ligeramente a la de entrenadores de fútbol.

Analistas y entrenadores, incapaces de memorizar el cumpleaños de sus hijos, pero sí sesudos análisis de otros que defienden como propios.


Siempre seremos dos españas, siempre. Porque somos incapaces de admitir postulados de quien nos rebate por ser simplemente distintos.


Esa forma de negociar del "o estás conmigo, o estás contra mí" tan mediterránea como la dieta; planteada con las tripas, no con la razón.



La razón, esa gran ausente desde que Platón, Aristóteles y Sócrates, entre otros, pensaron por nosotros para marcar un camino que se perdió.


Pero quién soy yo para pensar que no sólo hay una forma de hacer las cosas bien, que es posible equivocarse o que la fe ciega, mata.




Y este es el enlace: https://twitter.com/Genosma/status/559617942389006337