miércoles, 31 de julio de 2013

Cuento a golpe de Tuit*


En el convite de boda repartieron tortas del Casar y aquello acabó a bofetadas. Mientras, el más listo, se afanaba metiendo picos camperos en tan cremoso manjar, escena que no pasó el filtro de la censura de la época ya que la hambruna reinante no permitía exhibiciones de opíparos banquetes nupciales.

Aquello aumento el mito que fue chocolatemente devorado y machacado por la prensa fucsia, por lo que se retiró a un convento donde puso a prueba las yemas de sus dedos y dejó de ser un mantecato. Vivía entre plumas de Santa Teresa sin jamás encontrar ni tinta ni papel; aún así dejo versos impresos en el aire. Versos que, al ser respirados, inspiraban sensaciones únicas que envolvía de misticismo a todo aquel que se veía afectado.

La atmósfera fue incapaz de sostenerse impasible. Ante tal arroyo de pureza, se derrumbó en lágrimas bohemias que cayeron acariciando los muros de aquel desvencijado edificio arrastrando las máculas del tiempo. 

Allí se celebró la ceremonia, entre paredes derruidas, relojes de arena ennegrecida y una delgada línea de viento, tras la cual el monasterio volvió a su silencio. Solo el ruido de la fuente y el arrastrar de sandalias se hacían eco mientras se escuchaba el susurro de las dalias santas inclinándose como acto de fe...




*Este cuento es la transcripción casi literal de un intercambio de trece tuits entre @benynya y yo mismo. No le busques sentido, no lo tiene. 





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