martes, 23 de abril de 2013

Fue un Domingo de Ramos...

Estaban en Monreale, Sicilia. Habían llegado dos días antes de madrugada a Palermo y ya en su primer paseo, les habían recomendado visitar este sitio. 

Un día señalado como éste no difiere demasiado en una pequeña ciudad italiana de lo que puedes encontrar en cualquier pequeña ciudad española. La gente vestida de domingo, de Domingo de Ramos, que es más todavía. Sus mejores galas, su predisposición a ver y a ser visto, su tomarse en serio las fiestas de su pueblo... 

Seis turistas seis, pertrechados con sus mejores galas de culturetas, bolsete en bandolera, camiseta cool, sin chanclas ni bermudas eso si, salieron hacia Monreale a pasar el día con esa intención tan de turista, de querer empaparse del sitio a donde vas y luego decir que en tu pueblo se come mejor, hacer comparaciones del pan, el agua y los dulces y otras paletadas tan nuestras.

Uno de los atractivos de Monreale es la Catedral del siglo XII de un estilo peculiar árabe-normando. Imaginad por un momento cómo podía estar la Catedral al mediodía de un Domingo de Ramos. Contratiempo éste que unos turistas culturetas, pero ateos, no habían previsto. Tras deliberar un rato y obviando que se encontraban en la isla donde nació la mafia, dos de ellos decidieron que la mejor forma de ver la iglesia era que les dieran una hostia y se fueron decididos hacia la cola de la comunión. Veinte largos minutos recorriendo gran parte de la iglesia haciendo fotos y siendo observados por los lugareños, no tanto por las fotos y si por su atuendo, que claramente desentonaba con el resto, y si por su actitud poco recogida ante tan magna ceremonia.

Al salir del templo, ungidos de mística y recién comulgados, se fueron a comer. Disfrutaron de deliciosas pizzas, estupenda pasta a le vongole, la cuaresma ya sabéis, canolis y ristretto. Comentaron y rieron con la situación vivida y la guardaron para contarla a la vuelta, como tantas otras, para castigo de los oídos ajenos.

1 comentario:

  1. Creo que seguro y me lo apuesto.. no habría reparado en esos turistas y es que no del todo soy despiste, mas bien estaría fascinada admirando la catedral. }en el siglo XII ya era de celebrarse sentirse un poco más libre para profesar a la divina providencia o a algo ahi arriba
    por lo poco que logro apreciar ahi repasar esas escalinatas viejas, los arcos y columnas de ladrillo gastado que su superficie le dan la rugosidad que le da un toque maravilloso...

    a veces no se da cuenta uno quien nos mira o lo que hay que mirar...

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